Suele guardar para sí misma el que un compañero de trabajo le desagrade, y no lo piensa exteriorizar ahora menos que está encerrada con la pelirroja dentro de la sala de música. Lleva media hora tocando el piano, haciendo barritar las trompetas, pero nada; absolutamente nadie ha venido a rescatarla.
Y es que, siendo sincera, Miki le parece algo... Insoportable. Estaba preparada para tolerarla durante la grabación, ¡pero ya ha sido más tiempo del previsto! Se lanzará por la ventana si alguien no llega. (?)
Llevan dos horas ahí, sin electricidad; sin batería en los celulares, y Miku con un dolor de cabeza insoportable que procura ocultar tras una sonrisa dedicada a su indeseable acompañante; una sonrisa falsa, como las que acostumbra a dar.
—Etto...¿Miki-chan?—incómoda, trató de llamar la atención de la pelirroja, a quien notaba bastante interesada en los cuadrados que adornan sus dos coletas(?)—¿Puedes asomarte por la ventana y gritar hasta que alguien venga? «Y hasta quedarte afónica, pequeño engendro»—pensó—. Seguramente a tí te oirán, ya que tu linda voz es muuuuuuuy potente.~